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Me presento. Uno más
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BergerParticipantOfflineRegistered On: 29 junio 2016Topics: 3Replies: 4
Buenas a todos los usuarios del foro. Después de ojear durante una breve temporada los contenidos y comentarios del mismo he decidido registrarme. Todo ello con el ánimo de encontrar determinados puntos de vista, aportar en la medida de lo posible y comentar mi peculiar historia.
Desde que tengo uso de razón he padecido este trastorno, estando diagnosticado desde los 8 años aproximadamente. No obstante por lo que iré relatando en este texto no pude en su momento acabar mi terapia, bien por miedo, vergüenza o simplemente falta de medios.
Siempre me han considerado una persona bastante peculiar, desde mi infancia hasta la actualidad, pues mis rutinas en épocas tempranas distaban mucho de la realidad a la que estaban sujetos los niños de dicha edad. Prefería interesarme por temas más trascendentales o incursionarme en determinados aspectos de la lectura, física, la lógica o las matemáticas. Así empecé a “crear” e inventar determinados artilugios que me servían como pasatiempo. A los 11 años de edad por determinados aspectos tuvimos que cambiarnos de ciudad, lo cual supuso un fuerte choque emocional para mí. Si ya tenía mis peculiaridades en el nuevo lugar donde residíamos los chavales eran excesivamente cerrados. Tan cerrados que de forma grotesca sufría sus vejaciones, palizas y acoso psicológico a diario por ser ese niño “raro”. Ello implicó cerrarme aún más en mi mente y dedicarme íntegramente a los estudios, con el agravante de la extrema exigencia de mis padres (a los cuales ya aprendí a no culparlos por ello). Cuando dejé aquel infierno mis obsesiones se multiplicaban cada día más, cambiando su forma y grado haciéndose más complejas. Todas ellas en aquel momento (incluso antes) eran numerosos pensamientos repetitivos que hacía alusión a mi familia (una forma de haber reprimido mi malestar). Obviamente en aquel instante siempre estaba ligada una compulsión, como tocar repetidas veces un objeto, atribuciones simbólicas a los números o alusiones mentales a personas u objetos de cierta consideración social, pues reitero, me exigían ser “el mejor”. Recuerdo que por aquel entonces tardaba horas en salir de la bañera después de haberme duchado, o emitía gemidos e inclusive ciertos parpadeos.
Cuando pasé al instituto vino mi desplome total. Pensaba en cierto modo que las cosas cambiarían a mejor, pero desgraciado de mí, fue todo lo contrario. Los insultos, golpes, humillaciones, desprecios, y palizas eran pura rutina, pero como suele pasar en estos casos jamás dije nada. El equipo directivo (por decirlo de manera suave) me sacaba de vez en cuando de clase para aprovecharse de mi capacidad para con la informática y repararles los ordenadores o inclusive diseñarles la página web. Efectivamente siempre se acaba viendo la realidad de las cosas. Esto sucedió cuando volví cierto día a casa con una costilla flotante hundida. Mis excusas hacia mis padres me habían librado de esa vergüenza, pero esto ya era bastante más palpable.
Como es lógico pensar me sacaron de ahí, no sin antes intentar el equipo educativo que me quedase. Cuando cambié de centro las obsesiones seguían, pero sin compulsión, era rumiaciones constantes y autómaticas (casi todas ellas) las cuales provocaban que mi cabeza se pareciera a una olla a presión. Cuando acabé accedí a la Universidad. Antes de empezar el curso comencé con ataques de ansiedad, ataques de pánico y ello implicó una fobia social, una agorafobia y aún más obsesiones de toda índole y clase. Después de tres años encerrado en mi habitación, superé (con ciertos altibajos inclusive en la actualidad) la fobia social mediante técnicas de exposición, pero como citaba inicialmente no estaba siendo tratado de TOC. Después de ello mi madre, pilar fundamental en mi vida fallecía de cáncer en prácticamente tres meses. Obviamente ello me sumió en el más profundo abismo y en la más oscura desesperación. Seguí durante años como un zombie con cantidades ingentes de pastillas, infinidad de psicólogos públicos, privados, psiquiatras y hospitales. Después de todo ello, y hace dos años encontré dos profesionales magníficos (psicóloga y psiquiatra) que han sabido manejarme bastante bien y hacerme entender los motivos sobre porqué se fragmentó mi personalidad, cómo se disoció (fue un mecanismo de defensa ante el abuso o peligro) y cuales eran los motivos o causas reales de mis obsesiones, entendiendo su forma, grado y contenido.
A día de hoy estoy con medicación (Anafranil, Diazepam y Lormetazepam) no obstante retomé los estudios y creo poder vislumbrar con cierta perspectiva mi problemática. Es cierto que en muchísimas ocasiones no puedo resistirme a la compulsión, sigo en la falsa creencia de que “voy a perder el control” “me voy a volver loco” o “me voy a volver un imbécil” inclusive cuando voy por la calle aparecen pensamientos automáticos del tipo “me están mirando” “y si me juzgan”. En fin como comprobaréis mi autoestima está por los suelos y debo trabajarla. Prácticamente todo mi diagnóstico se reduce al Trastorno Obsesivo Compulsivo y al Trastorno de Ansiedad Generalizada, y tintes disociativos que no llega a la base de trastorno. En defintiva tengo en la cabeza una ciudad entera con todas sus rumiaciones automáticas, palabras, pensamientos, iconografía, imágenes y demás. Espero después de haber contado todo este rollo poder colaborar en la medida de lo posible y que me asesoréis vosotros también, pues el conocimiento siempre es de todos.
Un saludo y muchísima fuerza,
Berger.
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