Llevo casi toda mi vida de un lado a otro, mudandome, he vivido también en el extranjero e incluso allí encontramos (aunque menos) esa mala gente incivica y perversa que se divierten «masacrando» al prójimo con ruidos. No hace falta que te monten una fiesta para quitarte el apetito, estresarte, o quitarte las ganas de vivir. No es una obsesión, es que cuando un/@s sádicos se ponen s arrastrar muebles durante horas, aunque sea por el día y con descansos de minutos, eso es terrorismo casero. Y no se puede hacer nada más que desear que revienten y mudarte, pero ya con la salud mermada.